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24 de octubre de 2006

Recordar es vivir

Siempre me detengo a pensar en cuál sería la base molecular de los recuerdos almacenados en el cerebro. ¿Cómo podemos recordar algo tan simple como el beso de un bebé recién nacido, o la sonrisa de aquella persona querida, hasta todo un paisaje hermoso que nos impacto, inclusive con la esencia de la pastura?

Durante toda nuestra vida vamos alzándonos con recuerdos que dejamos o nos dejan, día a día, gratos y ásperos, simpáticos y odiosos. Todo esto viene al caso, pues la vez pasada se había armado una triangulación virtual inesperada entre ex compañeros de colegio, de la cual salieron a la luz varios recuerdos de tiempos pasados.

Por un lado me había encontrado con una que no veía hace años… Creo que la última charla la tuvimos durante el colegio, y luego una fugaz coincidencia en algún colectivo. Aparte de ponernos al día sobre los ambientes dispares que llevamos y nos toca vivir, hablamos sobre el pasado. Y ahí entraba el tercer componente del triángulo, quien en aquella época fue, y aún ahora sigue siendo, mi mejor amigo. Los tres éramos tan jóvenes, alegres y divertidos (y sin duda seguimos siendo jóvenes, más alegres y muy entretenidos). Pasábamos tanto tiempo juntos en aquel entonces que yo no veía la hora de salir del colegio para ir a hacer de las nuestras.

Antaño, En un pueblo como en el que vivíamos lo hacíamos todo a pié o en bicicletas… pero juro que daría lo que fuera por volver a esas épocas. Tanto ha cambiado desde ahí. Pero la vida es un cambio, y hay que acostumbrarse. De hecho me he acostumbrado tanto que a veces olvido mi infancia y adolescencia.

En fin. Ella me había recordado cosas que hacíamos… ¡Que tonterías! ¡Con razón nos llamaban de locos y esas cosas! Mi alma se iluminaba al encontrar una persona que reviviera en mi esos momentos felices que de alguna manera mi pertinaz cortex los había encajonado. Recuerdos que estaban ahí, pero estaban dormidos, inmóviles, esperando alguna chispa que los quite del letargo, tentador letargo en que suelen caer muchos de nuestros más preciados recuerdos.

Este amigo, está en el extranjero ahora. Estás lejos pero te tenemos cerca. Lo primero que hice al llegar fue enviarle un correo y contarle todo esto. Es increíble como toda mi vida pueda estar ahí, y yo no la pueda recordar. Ahora entiendo el poder de los amigos. Esas personitas que tan ahí para acompañarte en la vida y hacerla más llevadera. Y grata sorpresa la mía al recibir una recibir una respuesta prontamente. El gozo fue enorme, pero lo más importante, amigo, me dejaste una lección, es como decir la idea principal de tu correo:

“Recordar es vivir”


Recuerden. Recuerden todo lo que puedan. Es hermoso volver a vivir esos momentos que ya pasamos, recordar a la gente que es importante para nosotros, y también a la que no. Recordar al amigo, al compañero, el instante, la música, el aroma del pasto recién cortado del jardín de la madre, al niño que te saludó con una sonrisa. Gracias amigos por enseñarme que recordar es vivir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante!".
"Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar...Descansar, es empezar a morir !".

Anónimo dijo...

que sería de nosotros sin los recuerdos y sin las experiencias de cada vivencia recordada ¿?

lindos recuerdos contigo

besos