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24 de septiembre de 2007

La propaganda de axe

Me encanta la propaganda esa de axe, en la que las chicas "difíciles" salen volando repelidas por sus comentarios...

es muy bajo para mi...
baila muy mal...
cuenta todo lo que hacemos...
quiere que me disfrace...
tiene novia...
juega fútbol todo el día...
me quiere filmar...
le gusta de a tres....
es mi primo...


Eso facilitaría muchas veces las cosas.. Je je je... (con buena onda hina)

12 de septiembre de 2007

Cuando uno se acostumbra

En general uno está acostumbrado a varias cosas en la vida. Despertarse a la misma hora para ir al trabajo, abrir la misma puerta de la casa para salir, utilizar los mismos calzados, conocer el mejor lugar del colchón.... Cosas que parecen ni tener sentido ni dar sentido a nuestra vida.

¿Pero que pasaría si de repente te cambian algo de eso? Ahí sí te das cuenta que ese colchón por más viejito que era ya sabia ubicarte apenas te recostabas, que ese zapato que usabas a diario ya se había amoldado a tus dedos y era bastante cómodo, aunque lucía un poco gastado.

Caminar con el nuevo zapato quizás te quite callos al comienzo, no te siente cómodo y cueste un poco... Pero con el correr de los días tus pies se amoldarán a él, y el hará lo mismo con tus pies...

Perder esas cosas que teníamos, o a las que estábamos acostumbrados duele. Pero más duele el no haberse dado cuenta que siempre estuvieron allí, y que no recibieron la debida atención. Por eso, uno debe prestar atención a aquellos mínimos detalles del día a día. Aquel amanecer que cada día te "molesta" al entrar por la ventana y te despierta, aquella despedida que "no quieres" dar a tu mami antes de salir, aquel hermano "hincha pelota" que quiere jugar contigo "ya otra vez", aquella persona que te aprecia mucho y de nuevo "te molesta con un mensaje"...

Cosas, que uno se percata recién de la importancia al perderlas...

9 de septiembre de 2007

Mi primera RCP real

Y estaba yo, junto a aquella nueva paciente que me estaba relatando la historia. Motivo de consulta: coloración amarillenta de piel y mucosas. Fecha de ingreso: 29 de agosto de 2007. Datos aportados por la propia paciente y merecen fe... "Me quedé amarilla como un taxi, fosforescente era yo", me dijo. Le pregunte si tenía una fotografía de esa época y que si la podría traer la próxima vez que venga a consultar. Yo ya no iba a estar en la primera cátedra para la siguiente vez que ella venga, pero por las grandes casualidades y nos encontrásemos en los pasillos así querría objetivar su comentario.

Súbitamente noto un extraño movimiento en los familiares de la cama de al lado... Voy a ver... La paciente esta desconectada con el medio, no responde a órdenes verbales, parecían contracciones tónicas, sudoración fría... Y de repente cedió todo... Alarmado controle sus signos y presión, que estaban en rango, excepto la frecuencia cardiaca... Era la paciente más grave de la sala. Llamé al residente, y le comenté del tema. La paciente ya abría los ojos en forma espontánea, pero no podía explicar lo sucedido. Ahí mismo un ECG, normal, FC aumentada. Indicaron un betabloqueante, y de repente vuelve a descompensarse, segunda vez en 5 minutos... Estabamos ahí.

Pulso radial izquierdo nada, braquial izquierdo nada, presión arterial nada, sudoración fría... Y gemía... Y se retorcía de dolor... Ahi hizo un paro...

Todos aquellos cursos se pasaban por mi cabeza... Ya había estado en varias reanimaciones, pero no masajeando ni ventilando... Ahora me tocaba a mi. Pasaban 10 minutos, 20 minutos, 30 minutos.... Estabamos ya 7 médicos, 3 enfermeras, un monitor, un desfibrilador, ambu, intubada, cánulas, inotrópicos.... Pero no. El aneurisma de aorta torácico pudo más que todo eso. Y no hubo caso... Impotencia.

Ahora a avisarle a los familiares. Ellos ya sabían del estado previo de la paciente y sus probables complicaciones. Y agudizé mis sentidos para tratar de recoger al máximo la respuesta que ellos tenían ante aquella noticia. Fue una meseta con supradesnivel digamos, 1-2 minutos de choque, como si sus sinapsis no funcionaran, cámara lenta, algunas lágrimas... Pero luego vinieron los lamentos, gritos y la desesperación se apoderó de la sala. Un pico reactivo.

Se había ido. Nos dejó. Y dejó una cama vacía en el servicio... Un acta más de defunción. Un número casi insignificante para un hospital grande y desordenado. Pero para mi lo fue todo. Algo que quedó y caló hondo.

Luego, con el alma al piso, voy por el pasillo, y la paciente ex-fosforescente me pregunta... "¿continuamos la historia...?"